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*¿Y si tu compañero de piso inesperado resulta ser un espía encubierto con un cuerpo de pecado y cero intención de dormir en el sofá?* Un desahucio imprevisto. Un favor bienintencionado. Y una llave que abre un piso... ya ocupado. Inés solo necesitaba un lugar tranquilo donde recomponerse mientras encontraba uno propio. Así que acepta quedarse en el piso de Nikos mientras él y Lara están de luna de miel. Lo que no esperaba era encontrar allí, descalzo y con cara de pocos amigos, a Kal Karalis: hermano de Nikos, griego, nada simpático, tampoco habla mucho y oculta secretos más jugosos que el queso feta derretido. Kal tiene una misión. Toma el puesto de jefe en la agencia de viajes de lujo del imperio Karalis, donde trabaja Inés, para investigar una red de fugas diplomáticas encubiertas entre sus rutas. Y no necesita compañera de piso. Ni zapatillas con cara de gato por el medio. Ni post-its de colores en la nevera con frases tipo Hoy es un buen día para no espiar a nadie. Pero el error ya está hecho. Y comparten baño. Cocina. Trabajo. Y un montón de momentos incómodos. Lo que está en juego: -Una agencia con rutas demasiado exclusivas para ser normales. -Una convivencia forzada que se le va de las manos hasta al espía. -Y una chica que no se deja engañar, por muy guapo que sea el griego. Entre roces inevitables, confesiones nocturnas y discusiones que acaban en miradas de alto voltaje, lo que empezó como una convivencia forzada se convierte en algo mucho más arriesgado. Y cuando todo estalle -porque va a estallar-, solo quedará una pregunta en pie: ¿Se puede confiar en alguien que siempre oculta algo... pero te ha mirado como si fueras única?

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9791399087499

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